miércoles, 17 de agosto de 2016

La vocación de responder con otra pregunta

Está mal visto no tener nada claro, no saber cuál es la vocación de uno, eso que lo apasiona a uno. Nunca tuve idea de cuál era la mía. Es más: nunca creí tener una. Y siempre pensé que eso era algo malo. Como una falla. Como un molesto ruido afuera: no puede ser que no haya nada que, de verdad, te apasione. Y ahí entró la filosofía. La pregunta o la respuesta.  Es fácil dar una respuesta. Lo difícil es encontrar una buena pregunta. Y una buena pregunta se encuentra siempre atrás, escondida, de otra pregunta que es mejor todavía.